Algún detalle más allá de la “modernidad líquida”

Zygmunt Bauman ha pasado a la historia como unos de los analistas más lúcidos de nuestro tiempo, un sociólogo capaz de desentrañar la madeja de la modernidad y adelantarse a algunos de los acontecimientos que marcaron el paso de lo que él llamo modernidad sólida a la modernidad líquida y el desgaste que esto supone para las sociedades y sus individuos. Sus análisis a nivel macro y micro (además de las estructuras sociales, algunas de sus obras analizan las relaciones interpersonales más íntimas) dejaron claro muchas de las circunstancias a las que la modernidad nos somete y como nos deteriora, algo que le ha llevado a tener cierta ascendencia sobre multitud de movimientos críticos con la deriva del mundo.

Zygmund Bauman parcialmente oculto tras el humo de su pipa - John Bolsom
Zygmund Bauman parcialmente oculto tras el humo de su pipa – John Bolsom

Bauman también tuvo una biografía más que llamativa, incluso brutal. En 1939, con apenas 14 años, se vio obligado a exiliarse por ser judío cuando la Alemania Nazi invadió Polonia; se alistó en el Primer Ejército Polaco (una unidad militar comunista formada en la Unión Soviética en 1944) como instructor político y estuvo en las batallas de Kolberg y de Berlín; en 1945 fue condecorado con la Cruz del Valor y una vez terminada la guerra regresó a Polonia para convertirse en el oficial más joven del ejercito polaco. Pero no acabaron aquí sus aventuras. Siendo ya profesor de la Universidad de Varsovia se vio obligado a exiliarse de nuevo y tuvo que renunciar a la ciudadanía polaca para poder abandonar el país, hecho provocado por abandonar su militancia en el Partido Obrero Polaco, no estaba de acuerdo con la presión política que el partido estaba ejerciendo sobre la ciudadanía ni con las constantes purgas, a lo que habría que añadir cierta tendencia antisemita en el seno del partido. A pesar de haber criticado la actitud de Israel hacia los palestinos —a diferencia de su padre, Bauman no era sionista, de hecho criticó el comportamiento de Israel en varias ocasiones— consiguió una plaza en la universidad de Tel-Aviv para posteriormente acabar siendo profesor en la Universidad de Leed (Reino Unido), donde vivió desde 1972.

Pero este periplo luminoso como luchador por las libertades y su gran producción intelectual —permaneció en activo hasta el final de su vida— están acompañados de algún detalle que oscurece un poco su legado personal, que no su importancia como sociólogo.

Entre 1945 y 1953 Bauman formó parte del Cuerpo de Seguridad Interna, una unidad militar destinada a combatir la insurgencia ucraniana contra el regimen comunista, y de la inteligencia militar polaca. Es cierto que nunca ocultó haberse unido a la inteligencia militar con 19 años ni haber sido un entregado comunista durante la II Guerra Mundial, pero durante su vida apenas dio detalles sobre el trabajo que realizó más allá de subrayar que se trataba de un trabajo de oficina “aburrido” y que no recordaba haber informado sobre nadie. Sin embargo, hace algunos años se descubrieron informaciones que lo vinculaban al servicio secreto polaco y a la lucha contra los opositores al regimen comunista en Polonia. Bauman dijo que parte de la información era cierta, la mayoiría de lo publicado ya era conocido, y reconoció que formó parte del servicio secreto (algo que entonces no se sabía), aunque sólo durante 3 años.

Aunque siempre quitó importancia a su ocupación en aquellos tiempos, reconoció haber escrito «panfletos para los soldados” y participar en actividades relacionadas con el “contraespionaje”. Cuando algún periodista quiso profundizar más aludió a la firma de algunas cláusulas de confidencialidad  y contó que se esperaba de él información sobre personas contrarias al regimen comunista, pero que no recordaba haber hecho eso, aunque entendía que quizá algunas de sus acciones habrían tenido consecuencias negativas para personas, ya que formaba parte de una estructura mayor. Además de mostrar su rechazo a hablar sobre este tema, las pocas veces que el sociólogo se dejó interrogar al respecto se expresó muy vagamente y nunca detalló su actividad.

Es paradójico que el propio régimen para el que trabajó le obligara a exiliarse años después. Ante los totalitarismos casi nadie es lo suficientemente puro. 

Seguramente lo que Bauman llevó a cabo en aquella época fue menos importante que lo que sus enemigos quisieron hacer creer, pero también algo más negativo que lo que estaba dispuesto a reconocer. La capacidad para diseccionar el mundo le habría venido bien para revisar esa parte de su biografía, aunque quizá lo hizo, pero no publicamente .

Lo que sí es cierto es que ese episodio de su vida no le quita validez a sus observaciones ni a sus enseñanzas. Es razonable pensar que aquello le hiciera más consciente de la realidad, ya que Bauman criticó duramente la modernidad como una herramienta que creaba un sistema difícil de descifrar y  proclive a que los individuos actuaran sin ética. De hecho, en su libro Modernidad y Holocausto (1989) defendió que más allá de ser un producto específico del Nazismo, el Holocausto fue provocado por una intrincada burocracia que premiaba la obediencia al superior y ocultaba a la gente normal las consecuencias de sus actos. Un análisis que tristemente sigue teniendo validez para gran cantidad de fenómenos actuales.

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